Con la expulsión del portero de las margaritas, se podría haber pensado que teníamos la victoria servida en bandeja de plata, pues teníamos 65 minutos por delante para hacernos sentir en el marcador, pero dimos cátedra de cómo tener la pelota y no saber qué hacer con ella para tener profundidad o llegada, por lo que nos encaminábamos (justo como el miércoles pasado ante los venezolanos) a un empate a cero que a las zorras les sabría a gloria y a nosotros nos decepcionaría... pero gracias al árbitro, que marcó un penal a todas luces inexistente, las cosas resultaron aún peor para nosotros y los rivales terminaron quedándose con el mayor premio posible. Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, cuando el árbitro se equivoca a favor de nosotros, los medios ponen el grito en el cielo (por ejemplo, en estos precisos instantes tendríamos a los reporteros rojinegros de mediotiempo.com, Juan Téllez o Alejandro Jiménez, llorando y criticándonos sin parar, y en la página principal de ese portal habría un título como "Con ayuda de Marco, Chivas gana el Clásico"), pero cuando Chivas es el perjudicado, muy convenientemente se hacen de la vista gorda y apenas si lo mencionan.
En fin, obviamente nosotros no podemos apartarnos del hecho de que si bien el árbitro se equivocó al cobrar ese penal inexistente, nos quedamos con las manos vacías gracias a nuestras propias carencias: gracias al mediocre DT que tenemos (entre muchas otras cosas, nos gustaría saber por qué prefirió a Ochoa y a Borgetti en lugar del Chicharito, pues el primero fue inexplicablemente titular y el segundo entró antes que el joven canterano que viene haciendo mucho mejor las cosas) y a la falta de juego, aplicación y coraje que mostraron la mayoría de los jugadores.
¡SIEMPRE A TU LADO, GLORIOSO GUADALAJARA!
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